Presentación en Barcelona el próximo día 11 de noviembre. La cita es a las 20 horas en el local Caballa Canalla, ubicado en la Barceloneta (Mercat de la Barceloneta, Plaça Poeta Bosca, 1, 08003 Barcelona)
El periodista y escritor sevillano Daniel Pinilla presenta su nueva obra literaria, Hasta el mojito siempre (Editorial Samarcanda) en Sevilla. Aquí ha recogido testimonios de protagonistas de todos los ámbitos de la sociedad cubana para reconstruir la historia del país e intuir su futuro.
Un libro que invita al viaje en el sentido antropológico, exterior e interior, y puede ayudar a comprender la isla, desde un punto de vista externo. Este tipo de trabajo y visiones sobre Cuba es muy útil, máxime cuando viene acompañada del lanzamiento de una nueva colección de títulos de autores cubanos que la Editorial Samarcanda, empresa donde el propio Pinilla se desempeña como editor.
Extracto de Capítulo sobre la Isla de la Juventud…
La isla de John Silver El Largo
«El sobre estaba lacrado en varios puntos y sellado sirviéndose de un dedal, quizá el mismo que yo había encontrado en el bolsillo del capitán. El doctor abrió los sellos con gran cuidado y ante nosotros apareció el mapa de una isla, con precisa indicación de su latitud y longitud, profundidades, nombres de sus colinas, bahías y estuarios, y todos los detalles precisos para que una nave arribase a seguro fondeadero. Medía unas nueve millas de largo por cinco de ancho, y semejaba, o así lo parecía, un grueso dragón rampante. Tenía dos puertos bien abrigados, y en la parte central, un monte llamado El Catalejo. Se veían algunos añadidos realizados sobre el dibujo original; pero el que más nos interesó eran tres cruces hechas con tinta roja: dos en el norte de la isla y una en el suroeste, y junto a esta última, escritas con la misma tinta y con fina letra, muy distinta de la torpe escritura del capitán, estas palabras: Aquí está el tesoro». Releo La Isla del Tesoro cuando marcho camino de la Isla de la Juventud, curioso topónimo adoptado por Fidel en los años setenta debido a que jóvenes cubanos y de otros países estudiaban aquí en escuelas rurales y trabajaban cultivando cítricos. Históricamente, esta isla ha sido conocida de diversas formas: desde La Evangelista por Cristóbal Colón a Isla de Pinos, de las Cotorras o Siguanea, como la llamaban sus primeros habitantes.